Senegal, con los brazos abiertos

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Recuerdo cruzar Senegal con muchísimas ganas. Después de recorrer Marruecos y Mauritania había sufrido una sobredosis grave de desierto y polvo, con lo que necesitaba respirar un poco de libertad a la sombra de algún amable baobab. Todos me decían «¡Senegal! Vas a disfrutar de su gente y su cerveza». ¡Qué ganas tenía de llegar a este país!

Senegal en datos

País: Senegal
Lema: «Un pueblo, un objetivo, una fe»
Capital: Dakar
Idiomas oficiales: Francés
Forma de gobierno: República semipresidencialista
Religión: Muristas (Islamista)
Superfície: 196.190 km²
Punto más alto: Ubicación sin nombre
Población total: 12.534.000 habitantes
Densidad: 63,7 hab./km²
Moneda: Franco de Africa Occidental(CFA)
Uso horario: UTC

(*) Datos obtenidos de wikipedia.org

Gastronomía

¡Empiezo por fin a saborear un cambio en los hábitos gastronómicos del continente africano! Ahora los ingredientes principales son el arroz, el pescado y los cacahuetes. En Senegal es donde también empieza a ser súperhabitual las comidas picantes y las cervezas de acompañamiento.

Izq.: Menú de un restaurante local. Der.: Comiendo pollo con patatas en Touba.

A qué me he viciado 😛

  • Mafe (arroz con salsa de cacahuete).
  • Fataya (ensaimada con huevo y carne).
  • Bégné (masa de harina frita parecida a los buñuelos).
  • Refrescos Rani de piña.

Moneda y cambio

La moneda legal en Senegal es el Franco CFA de África Occidental, igual que en otros países como Benín, Burkina Fasso, Costa de Marfil, Guinea-Bissau, Malí y Niger. Para convertir CFA a euros lo ideal es hacer la siguiente relación: 1.000 CFA equivalen a 1,5 €.

Idioma

El idioma oficial es el francés y el idioma nacional es el wólof, aunque en todo el país se hablan más de 20 lenguas africanas. Animaos a dirigiros a los senegales en wólof y os aseguro que les sacaréis más de una sonrisa:

  • «¿Cómo estás?» > Naka nga def? [Nangadef]
  • «Bien» > Mangi fi rek [Magnifi]
  • «Gracias» >  Jërë jëf [Yuriyef]

Precios orientativos

  • Plato de arroz: 500 CFA (0,75 €).
  • Bégnés: 50 CFA (0,075 €).
  • Cerveza: 800 CFA (1,2 €).
  • Bolsa de agua: 50 CFA (0,075 €).
  • Pasta de pastelería: 250 – 300 CFA (0,4 – 0,45 €).
  • Barra de pan: 100 – 200 CFA (0,15 – 0,3 €).
  • Sandía: 300 -1.000 CFA (0,45 – 1,5 €).
  • Refresco: 350 CFA (0,55 €).
  • Bolsa de cacahuetes: 50 – 100 CFA (0,075 – 0,15 €).
  • Pincho de carne: 100 – 200 CFA (0,15 – 0,3 €).
  • Alojamiento en hotel básico: 7.000 – 10.000 CFA (10,5 – 15 €).

Pedaleando por Senegal: la ruta

Saint Louis – Parque Nacional de Langue de Barbarie – Meckhe

Mi primer destino en Senegal fue Saint Louis, ciudad que, junto a Dakar, forma el tándem turístico-urbano del país. La ciudad, además, es capital internacional del jazz; en primavera celebran un festival de referencia a nivel mundial. Llegué temprano, y con tiempo suficiente para comprobar que los hoteles no eran tan económicos como en Marruecos o Mauritania. Finalmente, preguntando a unos y otros acabé en la casa de una familia que alquilaba habitaciones por 5.000 CFA la noche (unos 7 €), previo regateo. El hijo de la familia me invitó a ir con él a un bar cercano para tomarnos unas cervezas. Era un bar moderno, y totalmente occidental, como el que nos podemos encontrar en cualquier calle de Barcelona. Cuando nos las acabamos, me intentó hacer la típica jugada: «El blanco invita, ¿eh amigo?».

Saint Louis, barcos varados delante de los edificios coloniales típicos de la ciudad.

Mi siguiente parada fue el camping Zebra Bar, situado en el Parque Nacional de Langue de Barbarie, un lugar protegido donde viven multitud de especies de aves y tortugas. El lugar era espectacular: una lengua de tierra y arena que separaba el océano Atlántico del río Senegal; un auténtico remanso de paz en forma de orillas e islas donde disfruté de unos días de descanso antes de empezar a pedalear por Senegal.

Izq. sup.: Un simpático mono que me robó los espaguetis. Izq. inf.: Mujeres separando los berberechos de sus conchas. Der.: Cangrejos, muy comunes en las aguas arenosas del parque.

Meckhe – Touba

En Meckhe había quedado con Robin (el ciclista inglés que conocí en Marruecos) para encontrarnos y planificar una ruta juntos por Senegal y Gambia. En una tienda de la ciudad conocimos a Fallou, un joven que estaba en la ciudad para visitar a su familia; en seguida nos caímos genial y nos invitó a pasar el fin de semana en Touba, lugar donde se iba a celebrar el Gran Magal, un evento religioso súperimportante en Senegal y que iba a reunir a millones de seguidores del muridismo. Ya habíamos escuchado a muchos senegaleses hablar de esta fiesta con ilusión y muchísimas expectactivas, así que sin dudarlo, aceptamos. Nos ofrecía alojamiento, comida y bebida; el transporte, eso sí, corría de nuestra cuenta. ¡Qué bien que fuera nuestra especialidad! 😉 Nuestra ruta por Senegal iba a empezar fuerte. Dos días después y kilómetros de locura y colapso en la carretera, llegamos por fin a Touba, la ciudad sagrada.

Izq.: Hidratándanos a base de bolsas de agua. Der.: Colapso kilométrico para entrar en Touba.

Estuvimos 3 días siendo testigos «casi» mudos del Gran Magal (digo «casi» porque, de pura casualidad, nos hicieron una entrevista muy amena para un canal local…), en compañía de la familia y amigos de Fallou. Pudimos visitar la Gran Mezquita y empaparnos del fervor y la devoción que se respiraba en las calles y plazas.

Con Fallou, su familia y algunos amigos
Organizador del evento controlando la entrada a la Gran Mezquita de Touba.

Touba – Ourossogui – Tambacounda

Con todo lo que comimos y bebimos en Touba nos costó reemprender el viaje. Otra despedida más y ya estábamos de camino hacia Ourossogui, al este de Senegal, casi en la frontera con Mauritania, punto en el que empezamos a descubrir «el otro Senegal».

Pedaleando anchos por Senegal.

Pedaleamos hasta  Ourossogui para continuar en diagonal hasta la región de Tambacounda, un área muy agreste y rural del país. Los tres días que creímos que nos iba a costar llegar se convirtieron finalmente en siete: muchísimo calor, pozos de agua sin cerrar no muy salubres y poblados de casas construidas con barro.

Poblados en el interior rural de Senegal.

Al llegar a los poblados (a nuestros ojos, totalmente prehistóricos), sus habitantes nos recibían con los brazos abiertos: sin preguntarnos, nos ponían una alfombra en el suelo para descansar y nos traían agua y comida. Pudimos comprobar lo poco que tenían, y lo mucho que lo compartían.

En el interior de Senegal no hay agua corriente ni electricidad, pero sí felicidad y alegría, diaria y constante.

Pedalear la sabana senegalesa fue impresionante: disfrutamos de amaneceres espectaculares, noches cubiertas de estrellas y la compañía tan especial de los senegaleses. Los adultos nos ayudaban en todo, y los niños; primero lloraban de miedo al vernos, luego lloraban porque no querían que nos fuéramos.

Bosque de inmensos baobabs en el interior de Senegal.

Después de siete días pedaleando llegamos a la ciudad de Tambacounda. Llevábamos varios días bebiendo agua de los pozos, así que lo primero que hicimos fue comprar refrescos y agua embotellada. Hicimos una incursión de 10 días en Gambia, un país que se extiende por la ribera del río Gambia y que se encuentra totalmente rodeado por Senegal (ver mapa).

Dakar – Saly

En unos días iba a recibir una visita muy especial: mis padres y mi hermana volaban desde Barcelona a Dakar para pasar las Navidades juntos, así que yo di media vuelta y me dirigí en solitario a Dakar, y Robin continuó hacia Banjul, capital de Gambia. ¡Los días que pasamos en familia fueron estupendos! Como tampoco iban a estar muchos días decidimos pasar los días entre Dakar y Saly, una zona relativamente turística muy próxima al Delta de Sine-Saloum. Visitamos el famoso Lago Rosa, ubicado a 30 km de Dakar; comimos como y con locales; paseamos por pueblos pesqueros en los que éramos los únicos blancos; vimos cómo asaban miles y miles de pescados que luego se venderían en Burkina-Faso y Mali; pudimos conocer de primera mano la simpatía y alegría de los senegales y, esto es importante, ¡pude dormir durante siete noches sobre confortables colchones! 🙂 Agradecí esos días de desconexión y reencuentros; hacía años que no viajábamos en familia y volver a hacerlo nos trajo un montón de recuerdos. La despedida fue dura; mucho más que cuando empecé a pedalear sin mirar atrás al comienzo de esta aventura.

Izq.: Comida de Navidad un poco diferente. Der.: Visita al Lac Rose (Lago Rosa).

Acabé 2016 despidiéndome de mi familia en el aeropuerto de Dakar y preguntándome cuándo nos volveríamos a juntar de nuevo. ¿Quizás en Sudáfrica? ¿En Namibia? ¡Ya empezábamos a planear! De momento yo seguiría unos cuantos días más en Dakar: 2017 iba a empezar pedaleando en compañía de Nico y Roberto. A través de las redes sociales, conocí a Nico, un cicloviajero asturiano autor de La Vuelta a Ellos, un proyecto benéfico por el que se encontraba recorriendo los más de 10.000 km que separan Asturias de Kenia. Roberto, otro loco ciclista y viajero de Ibiza, se había encontrado con Nico de casualidad en el Sáhara, y habían decidido pedalear juntos. Quedamos en que nos conoceríamos en Dakar, y después de disfrutar de unos días locos en la capital y conectar muchísimo, decidimos continuar los tres juntos el camino. Una vez hubimos sobrevivido a pesadillas protagonizadas por embajadas, visados, demoras y entregas… ¡emprendimos la ruta!

Dakar – Tambacounda – Parque Nacional de Niokolo Koba

Ahora íbamos tres, menudo cambio ¡y vaya jaleo! La media de kilómetros recorridos decreció bastante, y es que hacíamos más paradas, bromeábamos con todos y nos tomábamos nuestro debido tiempo para pasarlo de vicio. Cuando acampábamos desplegábamos un auténtico campamento de verano: con música, risas ¡y hasta pizzas!

Auténticos boy scouts.

Habíamos acordado una ruta para cruzar el Parque Nacional de Niokolo Koba y entrar a Guinea por la llamada «Media Guinea», así que tuvimos que volver a Tambacounda, la ciudad casi fronteriza donde ya había estado con Robin. Nuestra llegada coincidió con un workshop de la FAO (Organización Mundial de la Alimentación y la Agricultura) en el que, paradójicamente, los organizadores se estaban pegando un auténtico festín de comida. Cuando terminaron de comer y se fueron, los trabajadores y nosotros incluidos entramos al ataque y acabamos con todo lo que ellos no se habían podido acabar: patatas fritas, pollo, ensalada, macedonia de frutas, refrescos. De todo, ¡excepto arroz y agua!

Izq.: Haciendo el payaso con los niños. / Der.: Foto de grupo.

Continuamos nuestra ruta hasta la ciudad de Dar Salam, donde hicimos noche delante de la escuela. Estábamos expectantes, ya que al día siguiente íbamos a entrar por fin al Parque Nacional Niokolo Koba, Patrimonio de la Humanidad y un entorno natural único del que habíamos oído hablar mucho, donde habitaban leopardos, elefantes e hipópotamos. Totalmente emocionados y entre bromas, llegamos a la entrada del parque donde un militar nos indicó impasible que no estaba permitido circular en bicicleta por el parque. Un aplauso para nosotros y nuestro gozo en un pozo. Nos dimos media vuelta hasta el pueblo más cercano para intentar que algún buen samaritano nos llevara a nosotros, y a nuestras queridas bicis. Cuatro horas más tarde, y después de habernos comido todo lo que iban cocinando en el pueblo, Nico conoció a unos suizos que aceptaron llevarlo en su 4×4, y Roberto acordó con unos senegaleses que nos llevaran en su camioneta por unos 15 €. Finalmente pudimos cruzar y contemplar el parque, y ni el menor rastro de animales. En fin, teníamos que intentarlo.

Izq.: Roberto aprovechó para echar una cabezada. Der.: Baño obligatorio en las frías aguas de la Cascada de Dindefelo, uno de los puntos de mayor interés del parque.

A la mañana siguiente cruzaríamos la frontera para adentrarnos en Guinea. Nos habían advertido que los caminos eran muy tumultuosos y embarrados para hacerlos en bicicleta; también nos avisaron del registro exhaustivo del control fronterizo. Me despedí de Senegal con cariño: había vivido unas vacaciones en familia inolvidables; había compartido mi aventura sobre ruedas con otros dos locos, y había tenido la suerte de contagiarme de la felicidad y la amabilidad de los senegaleses. ¡Ah! Y había sobrevivido a un Gran Magal en bicicleta…

Track de la ruta

Senegal en números

Tiempo y distancia

Fechas: 11/11/2016 - 13/01/2017 (54 días)

Distancia recorrida: 2.038 Km

Distancia media por día: 61,8 Km / día

Índice de apalancamiento: 38,9 %

Presupuesto

Total gastado: 384.48 €

Media de gasto diario: 7,12 €

Visa: 0 €

¿Dónde he dormido?

Hotel: 6 días (11%)

Acampada libre: 20 días (37%)

Camping: 2 días (4%)

Con familias y amigos: 18 días (33%)

Conocidos en el camino: 8 días (15%)

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Comentarios

  1. Como me alegra leer tus andanzas y k te encuentres bien. hacia tiempo k no sabía de ti, por lo k me ha hecho mucha alegría verte. Deseándote lo mejor, un abrazo.

  2. Estuve hace 2 días con tu madre y le pregunté xq hacía tiempo que no sabía nada de tí. He leído tus últimas aventuras. Fantástico e Interesante para todos los que te seguimos. ¡Ánimo!

  3. Hola máquina, veo que sigues dándole al pedal. Te perdí la pista en Mauritania y joder cómo te ha cundido.
    Animo y sigue así lo estás haciendo muy bien. Un abrazo

  4. Holaaaaa

    EStoy planeando seguir tus pasos y dedicar 15-17 días en bici por Gambia/Senegal. ¿¿Podrías ayudarme con el recorrido?
    Mil gracias!!!

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