Si nos estamos planteando un viaje en bicicleta alrededor de todo el planeta y nos disponemos a planificar las etapas, quizás deberemos acotar nuestra distancia focal para optimizar el trabajo. La planificación de un viaje de tales magnitudes se debe hacer por tramos, considerando variables como el clima y el terreno, y sobre todo, sin ninguna prisa. A continuación, os ofrezco recomendaciones basadas en mi experiencia personal. ¡Estaré encantado de que me contéis la vuestra y compartamos opiniones! 😉
Preparar las rutas y planificar las etapas
Para preparar las rutas siempre me dejo aconsejar, en primer lugar, por wikiloc.com y sus usuarios. Es importante comprobar la fecha en que la que se realizó la ruta y leer las descripciones para conocer consejos que nos pueden ofrecer los viajeros. Además de Wikiloc, es muy aconsejable leer y aprender de otros viajeros que publican sus experiencias en blogs y otras plataformas. Si googleamos nuestras coordenadas encontraremos información que puede servirnos de guía.
En el caso de que no encontremos rutas, ¡toca ponerse manos a la obra y crearlas! Con la ayuda de Google Earth creamos la ruta analizando los caminos que, a vista de pájaro, parecen idóneos para pedalear. Hay que tener en cuenta la necesidad de que nuestra ruta pase por localidades, ya que siempre nos ayudarán a rellenar nuestros bidones de agua, comer algo o resolver cualquier tipo de problema. La ruta se crea sobre un mapa y no tiene información sobre la altura, sin embargo mediante herramientas online, como GPS Visualizer, se puede asignar la altura a cada coordenada.
Cuando tengamos la información de la ruta podremos planificar cada tramo teniendo en cuenta los siguientes puntos:
- Nuestro estado físico.
- La previsión meteorológica.
- El perfil.
- El paso por pueblos.
- La finalización de la ruta en un lugar donde se pueda pernoctar.
Cómo seguir la ruta durante el viaje
Una vez nos pongamos en marcha tenemos tres opciones para seguir la ruta previamente creada:
- Crear un libro de ruta (o road book).
- Seguir sobre un mapa la ruta previamente dibujada.
- Cargar la ruta en un dispositivo GPS.
Todas las opciones son buenas y cada una de ellas tiene sus ventajas e inconvenientes. El libro de ruta y el mapa nos permitirán vivir más la aventura (en caso de perdernos tendremos una buena excusa para preguntar e interactuar con los residentes). El dispositivo GPS nos proporcionará más seguridad, permitirá que nos centremos en el paisaje y no en el mapa, y podremos guardar la ruta para compartirla en algún momento. En mi opinión, la mejor solución es la flexibilidad: usar un mapa con anotaciones en tu libro de ruta y ayudarnos de un dispositivo GPS cuando nos haga falta.
Si hemos guardado la ruta y queremos publicarla, os aconsejo eliminar los tramos en los que nos hemos equivocado con la aplicación gratuita Gps Track Editor y limpiar el track utilizando Gps Babel. En definitiva, se trata de disfrutar de la experiencia del viaje, metro a metro, siguiendo la ruta que nos hayamos fijado. Perdiéndonos descubriremos rincones inesperados, así que os aconsejo dejar un margen a la sorpresa. No estaremos perdidos, estaremos explorando 😉