Admiro a los viajeros que son capaces de escribir sus experiencias, hacer fotazas, grabar, editar, publicar, contestar correos, responder comentarios en Facebook… y además, vivir a tope su viaje. Creedme si os digo que yo lo he intentado y el resultado… Bueno, ha sido complicado. Después de casi un año y medio desde que emprendí esta aventura he ido aprendiendo lo que puedo hacer, lo que se me da bien, y lo que no. También lo que estoy dispuesto a sacrificar de mi viaje, y lo que no me quiero perder por nada del mundo.
Sigo convencido de que el blog es una herramienta importante y cumple uno de los objetivos de mi viaje: ayudar e inspirar a los lectores contando mis aventuras y compartiendo mi visión personal de los lugares por los que pedealeo, lugares cuya imagen a veces recibimos distorsionada por los medios, o los prejuicios. Por este motivo retomo el blog, que había dejado en la cuneta, allá por Costa de Marfil, pero con otra actitud. Más relajada, más espontánea, y sobre todo, más breve ;). A partir de ahora, los textos que iré colgando recogerán impresiones, vivencias, anécdotas o, simplemente, imágenes que quiero compartir. Un poco random todo; un poco como soy yo.
Desde mi último post sobre el país del cacao he recorrido muchos países africanos y he vivido algún que otro momento de esos que se guardan en la mochila para siempre. La historia de mi viaje dará un salto temporal en el blog hasta aterrizar en Brasil. El resto de África quedará guardado para futuras publicaciones. Sé que algunos me seguís en las redes, así que os emplazo también a que lo hagáis en estos pequeños trozos de mí. Porque todo fluye, y todo cambia. Todo, menos las ganas de aventura.